Aromaterapia: Historia e información

Por muy lejos que nos remontemos en la historia, el hombre siempre ha buscado su alimentación y remedios curativos en las plantas. Todas las civilizaciones las han estudiado y utilizado. La historia de la aromaterapia encuentra sus raíces en estas civilizaciones. Pero, es Francia quien les devuelve su verdadero papel en la medicina.

Hace ya 40.000 años antes de JC, los aborígenes australianos utilizaban las plantas aromáticas para tratar infecciones, para fumigaciones y para hacer cataplasmas en las aromaterapiaque el agua, la arcilla y las plantas mostraban su eficacia sinérgica.

En China y en India, las virtudes terapéuticas de las esencias aromáticas son conocidas desde hace mucho tiempo y se ha descubierto en Pakistán un alambique de terracota que parece remontarse a 5.000 años antes de nuestra era.

La cuenca mediterránea, cuna de los aceites esenciales

Pero es en la cuenca mediterránea donde la ciencia medicinal se estableció verdaderamente con las grandes civilizaciones egipcia, babilónica, después griega y romana. Son sin embargo, los textos egipcios que aportan las más detalladas descripciones. Las plantas se utilizaban en todos los aspectos de la vida, para fabricar perfumes, cosméticos, pero, sobre todo, para embalsamar a los difuntos. Esta última utilización revela la perfecta maestría de los egipcios para saber las virtudes antibacterianas y antipútridas de ciertos aceites esenciales.

Imhotep, arquitecto y médico del faraón (2.700 antes de JC) conocía muy bien el empleo de las plantas aromáticas y, entre ellas, el cedro del Líbano, nardo, incienso, comino, mirto, anís y canela.

En la tumba de Tutankamon, se han encontrado jarras conteniendo resinas aún olorosas. Hipócrates, padre de la medicina científica, señala todos los conocimientos medicinales de la época. Théofraste (378-285 antes de JC) hace una clasificación de plantas, en su obra Historia plantarum, que no será mejorada hasta el Renacimiento.

Algunos siglos más tarde, Dioscóride, ampliando el trabajo de Hipócrates, clasifica unas 529 especies de plantas. En aquella época, los baños aromáticos, las lociones, los ungüentos y las cremas perfumadas eran de uso corriente en Roma. El texto fue traducido enseguida al árabe y al persa, y servirá de base a los herbarios árabes. En el apogeo del Imperio Árabe, cuyas fronteras iban de la India a Europa, todos los documentos relativos a las ciencias y a la medicina fueron recopilados en Bagdad, en la más grande biblioteca de la época. La obra se tradujo en el siglo XV con el título De materia medica.

Avicena produce el primer aceite esencial puro

Los países árabes hicieron progresar considerablemente la aromaterapia. 1.000 años antes de JC los persas parecen haber inventado la destilación, pero hará falta esperar 2.000 años para que este sistema se perfeccione. Es Avicena, médico y filósofo (980-1037), quien produce el primer aceite esencial puro; aceite esencial de rosas. Para ello, fabrica un alambique que le permite extraer los aceites esenciales por destilación al vapor. Avicena escribió numerosas obras médicas, en las cuales, los aceites esenciales ocupan un lugar destacado.

En América, las civilizaciones azteca, maya e inca conocen perfectamente el empleo de vegetales aromáticos y bálsamos, que utilizan para curar infecciones y heridas.

Los romanos difundieron este saber en Occidente hasta la Edad Media. Las cruzadas facilitaron el comercio de aromas y el conocimiento técnico de la destilación. En el siglo XV, los boticarios se llamaban los aromatherii, subrayando la importancia de las plantas aromáticas en las preparaciones de la época.

En Occidente, se siguió durante un cierto tiempo utilizando los aceites aromáticos en infusión. Pero, con las cruzadas, los aceites esenciales o perfumes de Arabia, como se les llamaba entonces, ganaron progresivamente toda Europa. Como las resinas de Asia no estaban siempre disponibles, se desvió la atención hacia las plantas mediterráneas, como el romero o la lavanda, para fabricar aceites esenciales.

La aromaterapia cae entonces en el olvido y hará falta esperar hasta el siglo XX para que reaparezca como medicina. Grandes farmacéuticos, médicos y químicos, sobre todo en Francia, construyen la nueva aromaterapia.

 

René-Maurice Gattefossé, padre de la aromaterapia científica

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En 1918, René-Maurice Gattefossé, químico y perfumista, se quemó una mano por una explosión en su laboratorio. Por acto reflejo, sumerge la mano quemada en un recipiente lleno de aceite esencial de lavanda verdadera. El alivio es inmediato, la cicatrización de la herida es de una rapidez desconcertante. Este sorprendente resultado le anima a consagrarse en el estudio de las propiedades antibacterianas de los aceites esenciales. En 1928 crea la denominación aromaterapia y en 1931 publica una obra en la que describe la relación entre la estructura bioquímica del aceite esencial y su actividad. En 1929, Sévelinge, un farmacéutico lionés, estudia los aceites esenciales en medicina veterinaria y confirma el elevado potencial antibacteriano de estas substancias. Después, en 1964, el doctor Valnet, cirujano militar, dado que en urgencias escaseaban los medicamentos clásicos, verifica sobre el terreno la eficacia de los aceites esenciales.

En 1975, Pierre Franchomme, aromatólogo, pone en evidencia la importancia de los quimiotipos (o raíz química de la especie) o, en otros términos, la definición de las moléculas biológicamente activas sobre cierto número de patologías estudiadas clínicamente. Su precisión posibilita reducir los fracasos terapéuticos y disminuir los efectos secundarios o los riesgos de toxicidad. El quimiotipo asociado a la denominación científica latina permite la perfecta comprensión de cómo actúan los aceites esenciales y obtener un tratamiento natural, potente y eficaz.