Aunque existen muchas especies de lavanda no todas possen las mismas virtudes. La lavanda francesa o verdadera (Lavandula officinalis / Vera) es la que tiene propiedades calmantes más pronunciadas. Existen otras como la lavanda stoechas (Lavandula stoechas), más indicada para combatir infecciones; lavanda aspic (Lavandula latifolia), eficaz contra quemaduras y el lavandín (Lavandula Burnatii o hybrida) que es un híbrido, fruto de un cruce entre la lavanda francesa y la lavanda aspic. Indicada para molestias musculares.
La lavanda francesa se cultiva en muchos jardines mediterráneos, pero su producción extensiva se limita a la Provenza francesa, en la región del Luberon del Departamento de Vaucluse y en la planicie de Valensole en el Departamento de los Alpes de la Alta Provenza.
Según el clima y la altitud no crece por igual y su recolección puede adelantarse tras un período de sequía de la misma manera que un aguacero de última hora la puede retrasar.
La planta de lavanda francesa es muy robusta y crece por encima de los 700-800 metros de altitud pero su rendimiento es muy bajo, obteniendo tan sólo de 15 a 20 kilos de aceite esencial por cada hectárea cultivada. Se obtiene por destlación al vapor de sus flores.
Un poco de historia
Los romanos ya conocían la lavanda y perfumaban sus vestidos y sus baños. Su nombre proviene de la palabra latina “lavare”, que significa lavar. La palabra lavandería viene del hecho que añadían lavanda al agua de la colada a fin de perfumar la ropa. En la Edad Media su poder desinfectante era conocido y se hacían fumigaciones y emplastos para combatir la peste.
En el siglo XVI, la Facultad de Montpellier estudió los usos medicinales de la lavanda, y en algunas regiones era apreciada como antidiabética. A principios del siglo XX se cuenta que un perfumista-químico que se quemó las manos pudo impedir la gangrena aplicando esencia de lavanda. En los hospitales franceses durante decenios se utilizó aceite esencial de lavanda para desinfectar el aire y evitar así las infecciones producidas por microbios y hongos.
El aceite esencial de lavanda se utiliza en la medicina ayurvédica, en India, para calmar estados depresivos y problemas digestivos, así como por los médicos budistas tibetanos para tratar ciertos problemas mentales.
Uso interno
Contra la ansiedad, agitación, insomnio, problemas digestivos de origen nervioso.
– Tomar de 1 a 4 gotas de aceite esencial de lavanda francesa en una taza de té con miel o sobre un terrón de azúcar. Tomar antes de acostarse para combatir el insomnio.
– Como inhalación, verter de 2 a 4 gotas de aceite esencial en un difusor. A falta de difusor, verter el aceite en un gran cuenco de agua hirviendo y aspirar el vapor con la cabeza cubierta con una toalla. Repetir varias veces al día.
Uso externo
– Antes de acostarse aplicar 5 gotas de aceite esencial de lavanda francesa sobre el pliegue del codo o en el plexo solar (centro del abdomen, entre el esternón y el ombligo).
– Tomar un baño caliente con aceite esencial de lavanda francesa: verter de 20 a 30 gotas de aceite en una taza con gel de baño y añadir la mezcla en el agua de baño.
Precauciones
En algunas personas alérgicas el aceite esencial de lavanda francesa puede provocar irritación o inflamación en la piel. Se desaconseja en mujeres embarazadas en los tres primeros meses de embarazo.